La crisis de la pandemia COVID-19 causó la pérdida de 49 millones de empleos en América Latina y el Caribe en 2020 y, a pesar del repunte económico superior al 6% evidenciado el año pasado, esos empleos no se han recuperado en su totalidad, afirma un nuevo informe regional publicado este martes por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Empezando este año aún hay unos 28 millones de personas en busca de empleo sin encontrarlo y el panorama no es alentador para la región. Las proyecciones de crecimiento económico para 2022 señalan un 2%, lo que ralentizará la recuperación del mercado laboral.
En este momento, la tasa de desempleo alcanza un 9,6% que en comparación con el año 2020 es un mejor porcentaje, aunque peor que en el 2019; cabe resaltar que la mitad de los trabajadores se encuentra en la informalidad, lo que podría incrementar dadas las mediocres perspectivas económicas, que también apuntan a una posible continuación de la crisis del empleo hasta 2023 o 2024.
La OIT considera que, teniendo en cuenta la precariedad económica y la continuación de la pandemia, la tasa de desempleo este año podría bajar entre 0,2 o 0,3 puntos porcentuales, conservándose por encima de 9%.
En la conferencia de prensa para presentar el informe, el director regional de la OIT explicó que gran parte de los empleos perdidos se insertan en sectores que todavía no se han dinamizado, “como el turismo”, pero también están los que se han transformado.
“Hay casos de profesiones que desaparecieron, que cambiaron de naturaleza de forma muy brusca con la incorporación de la tecnología”, dijo Vinícius Pinheiro.
Las mujeres están atrapadas
Agregó que estos factores llevan a los trabajadores al desaliento, y recalcó que la desesperanza laboral en América Latina tiene un perfil principalmente femenino .
“Y esto se explica con la reorganización del trabajo doméstico y del cuidado, al igual que con el cierre de las escuelas por periodos muy prolongados. (…) eso afectó la distribución del tiempo en los hogares con una sobrecarga para las mujeres. Muchas pasaron a trabajar desde casa, a acumular funciones, o perdieron su empleo y se dedicaron únicamente a las tareas de cuidado y ahora es muy difícil que salgan de eso”, apuntó.
Pinheiro añadió que para que las mujeres salgan a trabajar hay que reorganizar la estructura de los cuidados o pagar por ellos.
“Gran parte de las mujeres que no han regresado a trabajar no lo han hecho porque están atrapadas en la crisis del cuidado que se produjo con la pandemia”, puntualizó.
El desempleo femenino se mantiene en 12,4% desde 2020, sin ningún tipo de mejora, lo que contribuye a engrandecer el impacto de la crisis sobre la desigualdad de género en el trabajo.
La OIT recalcó que la mayor parte de las mujeres de la región trabaja generalmente en sectores económicos muy afectados por la crisis, como la hotelería y otros servicios, asimismo de que son más las mujeres que los hombres que se desempeñan en la informalidad.
Niños y jóvenes
El director regional sustentó que otro grupo de población muy afectado son los niños y puntualizó que muchos no han retornado a la escuela, y posiblemente no lo hagan más adelante, porque se han visto en la necesidad de incorporarse al mundo laboral.
“Porque la combinación entre bajos ingresos y cierre de escuelas es una tormenta perfecta para el trabajo infantil y eso es un retroceso histórico”, subrayó, pidiendo tomar medidas enérgicas para reintegrar a los menores a las escuelas “antes de que se pierda una generación”.
Los jóvenes también hacen parte de los grupos de “desalentados” por la falta de trabajo y es muy importante reincorporarlos porque puede tener un impacto en los niveles de violencia e inestabilidad política, alertó.
“Entonces, las mujeres y los jóvenes son grupos clave que deben ser rescatados para el mercado de trabajo de forma que las políticas para el futuro no dejen a nadie atrás”, enfatizó Pinheiro.
El informe asevera que el impacto de la pandemia de COVID-19 tuvo más repercusión en América Latina que en otras regiones debido a “comorbilidades sociales” como la desigualdad y la informalidad, que dejaron a las personas no sólo sin empleo, sino sin protección social adecuada.
Se acentúa también que el 49% de los empleos recuperados hasta el momento son informales, lo que no mejora las condiciones de los trabajadores.
Transición al mundo digital
La OIT dedica un apartado a la transición digital de los mercados de trabajo, acelerada por la pandemia y los confinamientos, resaltando los desafíos que ésta supone para la región.
El estudio afirma que el teletrabajo y el aumento de los servicios basados en plataformas digitales requerirá nuevas políticas que incluyan el campo de formación profesional para mejorar el equilibrio entre la oferta y la demanda de calificaciones y reducir el impacto disruptivo de la tecnología.
Asimismo, hace hincapié en la necesidad de regular esas nuevas modalidades para proteger los derechos laborales de los trabajadores.