Un impactante video compartido en redes sociales arroja luz sobre la devastadora realidad que enfrenta el vecindario de Kensington en Filadelfia (Estados Unidos). Este lugar ha sido elegido por numerosos adictos sin hogar para instalar campamentos que, aunque son desmantelados periódicamente, vuelven a surgir una y otra vez. Dos problemas cruciales subyacen en esta situación: el uso del fentanilo como potenciador de drogas y, según afirman los residentes, la aparente tolerancia policial y municipal hacia los puntos de tráfico y consumo en este lugar, a diferencia del resto de la ciudad.
El fentanilo es una droga opiácea empleada para intensificar los efectos de otras sustancias, a menudo sin conocimiento de los consumidores. Su potencia se estima en 50 veces más que la heroína y 100 veces más que la morfina. A pesar de tener aplicaciones médicas y legales, su peligrosidad es evidente, requiriendo un uso bajo estrito control médico. Como estupefaciente, su efecto, además de potente, es prácticamente instantáneo, generando sedación, problemas respiratorios, visuales y fatiga.
La situación ha llegado a tal extremo que Filadelfia recientemente anunció la despenalización de la posesión de tiras reactivas de fentanilo, utilizadas para detectar la presencia de esta sustancia en drogas. Anteriormente, estas tiras estaban perseguidas, ya que su uso predominante está vinculado al consumo de drogas.
Las organizaciones vecinales han denunciado la aparente tolerancia hacia esta problemática en el distrito, alegando que se está protegiendo un mercado que genera enormes sumas de dinero a expensas de la degradación del área. Además, critican la falta de acción contra los puntos de venta en el barrio, mientras se intensifican las medidas en áreas adyacentes, destacando también el racismo institucional, ya que los residentes mayoritarios son latinos y afroamericanos.