En un hecho sin precedentes, el estado de Luisiana llevó a cabo la primera ejecución utilizando gas nitrógeno, un método recientemente aprobado en algunos estados de Estados Unidos. La sentencia fue aplicada a Jessie Hoffman, condenado en 1996 por un crimen violento, y la ejecución tomó aproximadamente 19 minutos en completarse.
Este método, conocido como hipoxia por nitrógeno, consiste en privar al organismo de oxígeno hasta provocar la pérdida de conciencia y, eventualmente, la muerte. Según sus promotores, es una alternativa más rápida y "humana" en comparación con la inyección letal, cuya aplicación ha sido objeto de controversia por los fallos que han ocurrido en el pasado.
Sin embargo, organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional han denunciado la práctica, calificándola de cruel e inhumana, y cuestionando la falta de estudios sobre los efectos reales en los condenados. Además, expertos legales y médicos advierten que, al ser un método relativamente nuevo en el ámbito judicial, existen incertidumbres sobre su efectividad y consecuencias.
Por otro lado, algunos sectores apoyan la implementación del gas nitrógeno, argumentando que evita los problemas asociados con la inyección letal, como la dificultad para encontrar venas o el sufrimiento prolongado cuando los fármacos no actúan correctamente.
La ejecución de Jessie Hoffman marca un nuevo capítulo en el debate sobre la pena de muerte en Estados Unidos, un tema que sigue dividiendo opiniones entre quienes defienden su aplicación y quienes exigen su abolición.
