El Tribunal Provincial del Pueblo de La Habana condenó ayer a 127 personas a penas que suman mil 916 años de prisión por su participación en las manifestaciones antigubernamentales celebradas en La Habana el pasado 11 de julio: las mayores registradas en la isla desde el Maleconazo, que desembocó en una crisis de balseros. verano de 1994.
Según los jueces, y de acuerdo con las solicitudes de la fiscalía cubana, dependiente del gobierno de Miguel Díaz-Canel, los imputados “cometieron y provocaron graves disturbios y actos de vandalismo con el fin de desestabilizar el orden público, la seguridad colectiva y la ciudadanía”. paz”, según una nota oficial de la Corte Suprema. Así, y de acuerdo con la calificación legal de los delitos de motín y hurto, los actos del llamado 11-J se tradujeron en defensa de la libertad y en protesta por la represión del poder ejecutivo y las carencias que impone ellos.
Solo dos de las 129 personas que fueron procesadas fueron liberadas: una por absolución y la otra con una pena de 4 años conmutada por otro “trabajo correccional”. Este es el resultado de un juicio realizado del 14 de diciembre al 3 de febrero.
Solo dos de los 129 acusados quedaron en libertad tras el juicio por “intentar anular la orden”.
Entre las penas más altas, hay dos de 30 años, ocho de 23 y nueve de 15 años. Los acusados “intentaron socavar por la fuerza el orden constitucional” y obedecieron “las instrucciones de personas tanto de Cuba como del extranjero”, dijo el tribunal. Algunos de los acusados “tiraron piedras y botellas” a la policía. Sin embargo, informes de esa época reportaron disparos y golpizas, que terminaron con cientos de heridos a manos de agentes y brigadas “revolucionarias”.
La plataforma Archipiélago, encabezada por el dramaturgo Junior García Aguilera, intentó continuar con la exageración de esta protesta organizando una manifestación masiva el 15 de noviembre. Pero la policía, con la ayuda de las unidades de apoyo del Estado, salió a la calle, realizó decenas de detenciones preventivas e intimidó a los posibles participantes. Aguilera huyó a España con una orden del gobierno, que así cantaba la victoria.